La extrema derecha es una realidad cruel en Europa. Aunque no está en el poder, claramente posee el control del rumbo político de Europa para los próximos años. El resultado de las elecciones al Parlamento Europeo convirtió a los partidos de centro en los grandes ganadores, siendo el avance de la extrema derecha el gran destaque, transformando un ambiente conservador en toda Europa.
Los principales vencedores, los partidos de centro-derecha y derecha, aumentaron significativamente sus representantes y, más importante aún, su influencia en el Parlamento Europeo. Es importante observar que los resultados electorales no solo representan la pérdida de fuerza política de Emmanuel Macron y de la liderazgo de Ursula von der Leyen en la Comisión Europea, sino también la posibilidad de un retroceso en cuestiones cruciales que afectan al ciudadano europeo. La fuerza política que se renueva contribuye a aumentar las tensiones geopolíticas de un continente que se ve atrapado entre la Guerra del Este de Europa y los infinitos conflictos de Oriente Medio.
Una de las principales preocupaciones sobre el surgimiento de una nueva extrema derecha está directamente ligada al fascismo del período de entreguerras. Las actuales referencias políticas, fuertemente representadas por Donald Trump, Matteo Salvini, Viktor Orbán e incluso el pequeño André Ventura, líder del Chega, partido portugués anti-inmigración, son figuras que se identifican orgullosamente con la derecha radical, populismo de derecha, ultraderecha, extrema derecha, populismo nacionalista, post-fascismo, neofascismo o, simplemente, fascismo.
En particular, en cada línea política o falso pensamiento ideológico, los discursos se basan en la anti-inmigración, la xenofobia o las amenazas a las políticas climáticas y ambientales. El resultado de las elecciones al Parlamento Europeo y la ola individual observada en cada país europeo puede llevar a políticas extremas de inmigración a niveles nunca antes vistos. La inmigración sigue siendo la principal preocupación de la extrema derecha europea. De hecho, los inmigrantes, a los ojos ciegos de la derecha europea, tienden a ser vistos por parte de los ciudadanos europeos solo como beneficiarios de subsidios estatales, individuos que privan al resto de la población de recursos importantes como educación y salud.
Por otro lado, se pasan por alto los enormes beneficios que los inmigrantes pueden aportar en términos de una nueva fuerza de trabajo cualificada que revitalice la clase trabajadora y una nueva base tributaria, capaz de sostener un sistema de bienestar social cada vez más debilitado por una población en constante envejecimiento. De hecho, la entrada descontrolada de inmigrantes capacitados o no para el escaso mercado laboral europeo es un problema urgente vinculado a diversos factores sociales que afectan la vida de los europeos. Sin embargo, acciones y razones históricas, ahora en sentido contrario, hacen a los líderes europeos responsables de mitigar los impactos y contrastes socioeconómicos crecientes para insertar a un extracomunitario en el camino desocupado de la reconstrucción de sus vidas.
En el ámbito ambiental, la elección para el Parlamento Europeo fue un jarro de agua fría para la comunidad científica en cuanto a la acción climática en Europa. A pesar del predominio de los partidos de centro, que formarán la mayoría de los integrantes del cuerpo legislativo de la Unión Europea, el avance de los grupos extremistas de derecha causa preocupación sobre el futuro de la política de descarbonización del continente europeo.
Los líderes de extrema derecha son favorables al retorno del uso de petróleo, incluso ruso, gas y carbón. La gran representatividad de partidos negacionistas de la crisis climática pone en riesgo las fuertes medidas adoptadas o al menos delineadas para el continente en el período de post-guerra de Ucrania. El riesgo de retrocesos en medidas de descarbonización, como el Pacto Verde Europeo, existe, pero es relativamente bajo. La principal amenaza de la presencia reforzada de la extrema derecha en el Parlamento Europeo radica en la definición de políticas futuras, especialmente aquellas que afectan el aumento de la ambición climática por parte de la Unión Europea.
La seguridad energética, un tema recurrente en la mesa de la Comisión Europea, será abordado desde otro prisma. El pensamiento negacionista se centra exclusivamente en la fuerte necesidad de una reindustrialización que utilice todas las tecnologías existentes y fuentes fósiles, sin arriesgar la intermitencia en la dirección de tecnologías eólicas y solares que pueden ser avanzadas, pero penalizan la fuerza de trabajo de la gran masa europea. La pérdida de fuerza del partido verde alemán, el crecimiento de la derecha radical de Marine Le Pen y la volatilidad de los precios de la energía convergen para impactar medidas ambientales. Aunque los efectos climáticos sean visibles y la migración esté en la acera de las grandes ciudades europeas, un sector opaco de la sociedad europea se aferra al nacionalismo populista como salvación. Pura negación de la realidad y los resultados en Francia quizá sean un último respiro o sino una nueva esperanza.
Luis Augusto Medeiros Rutledge
Ingeniero de petróleo graduado por UNESA, con un MBA Ejecutivo en Economía del Petróleo y Gas por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). Posee un posgrado en Relaciones Internacionales y Diplomacia por IBMEC.
Investigador de la UFRJ, Analista de Geopolítica Energética y Miembro Consultor del Observatorio del Mundo Islámico de Portugal, y Consultor de la Fundación Centro de Estudios del Comercio Exterior (FUNCEX).
Columnista del sitio web MenteMundo.
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